Il mio mondo,
tutto il mondo sei per me,
a nessuna voglio bene come a te,
ogni giorno ogni istante dolcemente ti diró
come prima più di prima t'amerò.
[“Come Prima”- letra: Mario Panzeri / música: Vincezo Di Paola y Sandro Taccani]
tutto il mondo sei per me,
a nessuna voglio bene come a te,
ogni giorno ogni istante dolcemente ti diró
come prima più di prima t'amerò.
[“Come Prima”- letra: Mario Panzeri / música: Vincezo Di Paola y Sandro Taccani]
El instante, unidad constitutiva de la secreta pasión cinéfila. El instante, casi indefinible en la elusiva transición de su insignificante esencia, mas plenamente reconocible en los obstinados efectos colaterales de su impacto súbito. El instante, fogonazo y fulgor del micromomento que, siquiera por unos eternos segundos, nos permite escapar de la secuencial tiranía de lo narrativo, convirtiendo en mot juste la efímera arquitectura mínima de la forma visual. El instante fílmico aplica su apresurada imprimación directamente sobre la mirada, siempre pretendidamente virgen, del avezado espectador, adhiriéndose por siempre al recóndito paraje de su propia memoria cinematográfica.
En la prodigiosa microsecuencia del baile en el club nocturno parisino de “La piel suave” (La peau douce. François Truffaut, 1964), Françoise Dorléac, surgida de los inéditos confines de lo instantáneo, nos obsequia con su talento natural para el hipnótico movimiento al son de la música (quintaesencialmente sesentera), así como con su compleja facilidad para encandilar a quien tenga la dicha de contemplarla, sea éste el espectador o el propio personaje del célebre escritor y editor literario Pierre Lachenay (interpretado por Jean Desailly). Lachenay, adoptando aquí las palabras de Silvia Gianni, integra la extensa nómina de “personajes que se ven obligados a vivir ‘al día’, condenados a hallar su equilibrio en el ‘fugaz instante del presente’ ”.
A continuación, ofrezco varios “instantes de lectura” complementarios:
“Hay rostros del firmamento cinematográfico
que el mundo perdió la oportunidad de ver envejecer. James Dean y Marilyn
Monroe forman la Estrella Polar de ese firmamento de cuerpos jóvenes y hermosos
que la muerte repentina deja congelados en el imaginario colectivo. Françoise
Dorléac se incorporó a su plateada constelación el 26 de junio de 1967 cuando
perdió el control de un Renault 8 a 10 kilómetros de Niza. Chocó con un poste a
orillas de la Costa azul. El coche ardió. Ella tenía 25 años y había trabajado
con René Clair, Philippe de Broca, François Truffaut, Roger Vadim, Roman
Polanski, Jacques Demy y Ken Russell, entre otros (…) Una actriz que habría
podido dejar su huella en el cine europeo de las últimas décadas”.
[Daniel de Partearroyo. “Françoise
Dorléac: Estrella Cristalizada”. Libreto crítico del DVD de “La piel suave”.
Avalon. 2011]
“Estamos en presencia de personajes que
se ven obligados a ‘vivir al día’, condenados a hallar su equilibrio en el
‘fugaz instante del presente’ (Aínsa 133); por esto, la palabra ‘mañana’ –y más
en general la noción de ‘tiempo’– adquiere un nuevo sentido, y prefigura una
inédita concepción de la división del tiempo entre el ayer, el hoy y el mañana.
Sofocada la nostalgia del pasado y conscientes de la incertidumbre del futuro,
la idea de vivir el presente se enfatiza y se dilata. Un carpe diem obligado, se podría decir, una reflexión sobre el ahora
que no significa una renuncia al futuro o el olvido del pasado, sino que hace
del presente ‘manantial de presencias’ (Paz 40-41) –el sitio de convergencia de
los tres tiempos. Así, el perpetuo proceso de transición identitaria transforma
el presente en el verdadero tiempo de la experiencia humana, un ‘estar ahí’
que, en cuanto momento vivido, permite perfilar los rasgos culturales que se
van conformando, y concurre a vislumbrar nuevos modos de entenderse y entender
al otro”.
[Silvia Gianni. “¿De dónde es uno?
Transitoriedad de la identidad, configuración de los espacios
centroamericanos”. Revista Istmo nº 19. 2009, pág. 2.
Referencias citadas en su texto por
Silvia Gianni:
Fernando Aínsa. “Espacio literario,
fronteras de la identidad”. San José: Editorial de la UCR. 2005.
Octavio Paz. “La búsqueda del presente”.
Conferencia en ocasión del conferimiento del Premio Nobel de Literatura (1990).
Obras Completas. Barcelona: Círculo
de Lectores. 1990. Vol. 3, págs. 39-41]
“¿Puede delimitarse, de alguna manera
objetiva, la mínima duración real del “instante”? (…) Sólo la mente humana
puede “vivir” conscientemente el instante presente, tener consciencia de ese
momento fulgurante, de que su vida y su tiempo se están realizando en el
presente de su conocimiento (…) La definición psicológica del presente
instantáneo desborda los conceptos físicos y también los biológicos. Hemos de
buscar una medida especial para una consciencia viva que pueda alcanzar límites
extremos de intensidad y también de indivisibilidad”.
[Manuel Criado de Val. “La imagen del
tiempo: Verbo y relatividad”. Madrid: Istmo.
1992, págs. 103, 106]
“If an image is flashed too quickly to be perceived consciously, we take
it unconsciously and respond to it without knowing what is happening (…) When I
walk in the street, I sometimes glimpse a scene for just an instant, but I
cannot tell you what I have witnessed until a fraction of a second later, when
the puzzling image falls into place.”
“Si una imagen se nos aparece como un
destello con tanta rapidez como para no poder percibirla conscientemente, la
recibimos de manera inconsciente y respondemos a ella sin saber lo que está sucediendo
(…) Mientras camino por la calle, a veces alcanzo a ver una escena tan sólo por
un instante, pero soy incapaz de identificar lo que he presenciado hasta una
fracción de segundo después, cuando la desconcertante imagen encaja en su
lugar”.
[Siri Hustvedt. Living, Thinking, Looking. London: Sceptre. 2013, pág. 226. Mi traducción]