

Si el jazz fuese una religión (que lo es), los clubes serían sus templos (que lo son), y Nueva York sería su ciudad santa, (que sin duda lo es). De todo ello encuentro un ejemplo perfecto en la figura de la percusionista de jazz Carola Grey. En el capítulo “Una joven que se marchó en busca del jazz”, del interesantísimo libro “Nueva York” (editado con profusión de magníficas fotografías por Christine Metzger en 2000), Grey nos relata en primera persona su personal peregrinación a Nueva York, la Meca del jazz, y en concreto su búsqueda diríase que espiritual, casi mística de los clubes de jazz de esa ciudad, a los que se refiere con la elocuente expresión “las salas sagradas”: “Hoy día, todavía recuerdo la euforia que me sobrevino cuando por primera vez me encontré en una de las amplias avenidas de Nueva York, con sus luces parpadeantes y los taxis (entonces cuadrados) pasando deprisa a mi lado. Mi primer itinerario me llevó al Village Vanguard, uno de los clubes de jazz más antiguos, donde esa noche actuaba Billy Hart (…). Pasé la velada en trance (…). Cuando en un momento a lo largo de la noche Billy Hart me dio las baquetas y me invitó a subir al escenario, alcancé la felicidad absoluta (…). Durante mi estancia en la ciudad iba a los clubes por las noches para escuchar a los músicos, establecer contactos y empaparme de todo lo que ocurría a mi alrededor. Al fin y al cabo, quería descubrir el secreto, quería averiguar cómo los músicos de jazz de Nueva York habían conseguido crear un sonido propio. Cada noche realizaba mi ronda por el Village: Sweet Basil, Blue Note, Vanguard, Visions, Village Gate, Mondo Perso… Por desgracia, algunos de estos locales ya no existen hoy día”. Precisamente uno de esos clubes otrora radicados en el renombrado y muy musical, literario y artístico barrio de Greenwich Village, pero ya desaparecidos en la actualidad, constituye el imaginado templo donde gusto de profesar mi más íntimo y personal culto como creyente del jazz: el Café Bohemia. El Café Bohemia fue inaugurado en 1955 por Jimmy Garofolo en el número 15 de Barrow Street, justo enfrente de donde residían por aquel entonces Charlie Parker y el poeta Ted Joans, miembro de la bohemia Generación Beat y autor de los famosos graffiti de “Bird Lives” en recuerdo y honor del saxofonista prematuramente desaparecido. El aura de Bird, que murió antes de poder llegar a ofrecer en el club las actuaciones que ya tenía firmadas, así como la atmósfera de libertad y de integración racial que, a mediados de los 50, reinaba en el local, hicieron del Bohemia un centro neurálgico del jazz neoyorquino, por el que pasarían para registrar grandes discos en directo nombres de la talla de Miles Davis, Charles Mingus, Randy Weston o Art Blakey. Precisamente de Blakey y sus reputados Jazz Messengers, portadores de la buena nueva del hard bop (ese rico estilo jazzístico preñado de gospel), proviene mi incondicional devoción por el Bohemia. La audición de los dos discos que los mensajeros del jazz, sabia y magistralmente comandados por el heraldo Blakey, grabaron allí en directo en el año 1955 ('Art Blakey And The Jazz Messengers: Live At The Café Bohemia, Vols. 1 & 2') modeló ante los ojos de mi imaginación una imagen del club como verdadera tierra prometida del jazz. Si al principio de la creación del mundo fue el verbo, en el particular libro del Génesis del Café Bohemia lo primero fue el sonido prístino, esencial que, emanado del propio Ser Supremo del jazz, llegó a los devotos aficionados a través del mensaje musical diáfano y cristalino transmitido por Blakey y sus discípulos, en especial la poderosa percusión ancestral, evocadora de milenarios ritos tribales, que puede oírse en los minutos iniciales del gran tema 'Avila and Tequila', incluido en el volumen 2. La euforia, trance y felicidad absoluta de las que nos hablaba antes Carola Grey terminaron también por llegar hasta mí, pero esta vez de la mano de un profeta salido del propio seno de los mensajeros de Blakey: Kenny Dorham. Para mí, uno de los mejores trompetistas de la historia del jazz, apreciación esta puramente personal, pero creo que ciertamente válida en un género musical complejo y heterogéneo, muy atado siempre a las sensaciones del momento y a la atracción de lo efímero, donde las filias y fobias del aficionado emanan directamente de los más hondos arcanos de su propia persona. Dorham, plenamente consciente de su gran talento interpretativo y compositivo (no en vano había tocado a la diestra del Padre, Charlie Parker, y el propio Miles Davis, tan austero en eso del amor al prójimo del jazz, había llegado a señalarlo directamente como una de sus influencias más decisivas), abandonó la tribu de Blakey para, junto con un grupo de fieles a los que bautizó como "Jazz Prophets", emprender la larga travesía del desierto hasta la tierra prometida, por supuesto, del Café Bohemia. Una vez hubieron arribado allí en 1956, legaron a las generaciones venideras sus proféticas revelaciones en forma de disco magistral, 'Kenny Dorham And The Jazz Prophets: ‘Round About Midnight At The Café Bohemia'. La labor de los profetas nunca fue fácil pues en no pocas ocasiones sus palabras, que provenían directamente de la deidad, fueron ignoradas, incomprendidas o malinterpretadas por el pueblo. Algo de esto debió sin duda de ocurrirle a Kenny Dorham, ya que lo busco en la extensa base de datos de más de 250 músicos de jazz de mi “Guía del Jazz Ocium” en CD-Rom y no lo encuentro, y cuando lo encuentro en algún otro lugar, siempre se me aparece portando el pesado estigma de 'underrated' (“infravalorado”). Realmente me es igual, pues cada vez que, a eso del filo de la medianoche, me sumo a las animosas filas de la fiel feligresía del Café Bohemia, para escuchar las largas frases majestuosa y milimétricamente construidas, las prodigiosas progresiones de acordes, así como los bellos y sinceros sonidos agridulces que su trompeta produjo entre las cuatro paredes del humeante y efervescente club del Village neoyorquino allá por 1956, yo sí creo poder llegar a entender el verdadero sentido de las reveladoras palabras del profeta Dorham.
How To Find Great Jazz In New York City (Pequeña guía audiovisual de los clubes de jazz neoyorquinos)
Kenny Dorham and The Jazz Prophets: Royal Roost (En directo en el Café Bohemia, 1956)
Kenny Dorham and The Jazz Prophets: 'Round About Midnight (En directo en el Café Bohemia, 1956)
Art Blakey and The Jazz Messengers: Avila and Tequila (En directo en el Café Bohemia, 1955, con Kenny Dorham a la trompeta)
Art Blakey and The Jazz Messengers: Gone With The Wind (En directo en el Café Bohemia, 1955, con Kenny Dorham a la trompeta)
Charles Mingus: Nostalgia In Times Square (Hard Bop, Nostalgia y Nueva York en un gran tema grabado por Mingus en 1959)
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